Maria Mandel, la carnicera de Dachau

Maria Mandel, la carnicera de Dachau

A María Mandel no le gustaban los cuchicheos, ni que las prisioneras le mirasen directamente a los ojos, ni por supuesto, que contradijesen sus órdenes y menos aún que dejasen de trabajar por cansancio. Nadie debía llevarle la contraria porque el castigo podía acabar con su vida. Esta guardiana, era un ser atroz, repugnante y depravado. Tal fue su maquiavélica presencia en los campos de concentración de Ravensbrück, Auschwitz-Birkenau y Dachau, que llegó a jugar un papel estelar dentro del Holocausto.

Se ganó el respeto de sus camaradas y el miedo de sus inferiores. Aquella Bestia , como llegaron a apodarla, vio crecer en sus manos el poder y el sadismo que utilizó contra sus “mascotas judías”. Así denominaba a los presos que tenía a su cargo. De este modo, algunos supervivientes que declararon contra ella en el primer juicio de Auschwitz celebrado en Cracovia a finales de 1947, alegaron que Mandel era la personificación del Mal. El demonio en carne y hueso.